19 de julio de 2008

Viva la historia!!

Esto llego a mi correo... no importa que algunos piensen que la historia es la hermana menor de las ciencias sociales, sin ella, jamás se sabría de esto...

Ex alumno UC nos cuenta sobre la Ministra de educación


La ministra perversa, María Música y el H2O

María Música, estudiante chilena de 14 años de edad, lanzó agua al rostro a
la Ministra de Educación Mónica Jiménez cuando la Secretaria de Estado había
dado unilateralmente por finalizado un "encuentro participativo en
educación".

La niña intentó, antes del hecho, buscar explicaciones (de boca de la
Ministra) al por qué cuando ella y sus pares y profesores salen a las calles
de las ciudades de Chile para demandar una ley de educación que signifique
que en el futuro cercano y lejano nuestros compatriotas sean seres humanos y
no alienígenas descerebrados, el Estado responda no con argumentos sino con
bombas lacrimógenas, aguas urticantes, golpes de palo en las cabezas y
patadas de energúmenos contra niños, niñas y maestros de escuela.

La Ministra que presidía el eufemístico "encuentro participativo" no
contestó. Sus guardaespaldas suspendieron la cita. Lo de la niña, abrumada
por el silencio y la indiferencia a modo de única y bastarda respuesta, es
un argumento. Simbólico, pero tremendo argumento. "Era como hablarle a la
pared", dijo María Música horas más tarde al explicar su acción.

La Presidenta de Chile destacó el hecho como un "acto antidemocrático". El
vocero del Gobierno y otras autoridades describieron el suceso como
"magnífica demostración de la incapacidad de diálogo de los estudiantes de
Chile". Otras personalidades públicas sugirieron de inmediato la expulsión
de la alumna de su escuela, el traslado del caso a tribunales de justicia.
La quieren castigar. Uno que otro estará pensando en colgarla del palo mayor
o en lanzarla cerro abajo, para escarmiento y ejemplo. Antes abusaron de
ella (ha estado cuatro veces detenida y ha quedado registro de sus hematomas
en brazos y piernas) como han abusado de sus adolescentes pares con el
guanaco, el zorrillo, la luma, el bototo, el silencio, la indiferencia, la
sorna? pero, por encima de todo, con la tonta y vana convicción de que por
ser chicos son nada y que están solos. Somos todos chicos y estamos todos
solos.

Tengo una hija de la misma edad que la estudiante del jarro de agua, y un
hijo de quince años. Hay otra de dos años que aún no ha sido bautizada por
el lanza aguas. Sería el colmo. El de 15 ha llegado a casa mojado y asustado
luego de cada manifestación pingüina. Y al día siguiente parte otra vez.
Claro, cada vez que va, en casa quedamos con los dientes apretados. Debe ser
porque algunos padres de mi generación tenemos experiencia respecto de lo
que se arriesga.
De eso quiero hablar: conocí a la Ministra Jiménez. Sé de lo que estoy
hablando.

Mucho antes de que la niña del jarro de agua naciera, en aquel ahora lejano
1986, fui expulsado de la Universidad Católica de Chile por participar
activamente en el movimiento estudiantil que se agitaba en busca de
democratizar la Universidad y el país. A sólo un semestre de terminar mi
carrera, el Consejo de Rectores, por recomendación del por entonces mandamás
de la PUC, Juan de Dios Vial Correa, decretó mi alejamiento de las aulas
universitarias? las de la PUC y las de cualquier otra universidad del país?
para siempre.

Se armó tremendo escándalo pues este "peligro para la convivencia académica"
era dirigente de la FEUC, Consejero Estudiantil en el Consejo Superior de la
Universidad y Presidente del Centro de Alumnos de su carrera.

Fue entonces que entró al baile la señora Mónica Jiménez, en aquella época
Presidenta de la Asociación de Académicos de la PUC y miembro del Consejo
Superior de esa casa de estudios, sitio en el que coincidía regularmente
conmigo, para su desgracia y la de las demás autoridades pontificias.

Haciendo demostración de su "espíritu democrático y profundas convicciones
católicas", propuso al rector solucionar el entuerto mediante el diálogo.
Fui citado a la oficina de Vial Correa, donde Mónica Jiménez, nuestra actual
Ministra de Educación, me brindó una clase magistral de conceptos
democráticos y del significado profundo del arrepentimiento cristiano. Dijo
la señora Jiménez que le recordaba enormemente a su padre cuando este tenía
mi edad, "igual de vehemente, de apasionado, de arriesgado en la defensa de
sus erróneos principios políticos ?su padre, me explicó ella, era militante
de la ultraderecha de sus días". Luego se extendió en una larga arenga en
torno a un único concepto: a la Universidad se va a estudiar, no a hacer
política. Para rematar, me hizo la propuesta que había convenido con el
rector: que firmara un documento que habían preparado para tales efectos,
mediante el cuál me comprometía a renunciar a mis convicciones políticas de
izquierda; a renunciar a mis responsabilidades como dirigente estudiantil; a
declarar públicamente ante la comunidad universitaria que me había
equivocado al suponer que los recintos universitarios eran un campo de
batalla más en la lucha contra la dictadura. "Firma este documento", me
sugirió, "y de inmediato la sentencia de expulsión quedará sin efecto".

Soborno, incitación a la traición, cohecho, amedrentamiento. Esos son los
principios profundamente democráticos que barajaba la señora Jiménez, la
misma que hoy se reúne con los estudiantes secundarios y los profesores en
jornadas de "encuentros participativos en educación". Aquella tarde de 1986
no encontré en esa oficina ningún jarro de agua a la mano. Sólo pude mirarla
con lástima y desprecio, lanzarle una carcajada al rostro y salir de ahí con
un portazo, cerrando para siempre cualquier posibilidad de convertirme en un
profesional universitario, pero más convencido que nunca de todos aquellos
principios de los que la señora Jiménez me intentó hacer abjurar.

María Música, por mí y por todos mis compañeros.
*Dauno Tótoro Taulis*

Escritor y documentalista

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Y cómo se pretendía seguir con el diálogo participativo si escolares y profesores sólo gritoneaban de modo unilateral "no a la LGE y no al Lucro", repitiendo como papagayos?

Ojo, nadie niega los derechos a manifestarse en las calles...pero aún esos derechos están normados para respetar el de los demás; y rara ha sido la manifestación en la cual no se hayan producido incidentes donde los organizadores acusan a "infiltrados"...esa es la del cojo culpando al empedrado.

¿Por qué se ha de necesitar una ley cuando lo primordial, la disposición a adquirir conocimientos, no está en los que pasan aplanando calles? ¿Tú dejarías que tus futuros hijos fueran educados por alguien como Jorge Abedrapo, quien defendió el accionar de María Música? Como padre me toca alguien así, retiro de inmediato a mi hijo de ese colegio.

Ahora, lo de expulsarla no tiene mucho sentido...sobre todo cuando la propia Ministra ha dicho que no es partidaria de tal medida; entiéndase que ella no estaba con uniforme y fueron los medios que saltaron diciendo "es del Darío Salas". Ha existido polémica por buscarle una especie de tutor a María Música...no debiese ser así, pero cuando la madre claramente alienta el accionar de su hija, hay algunas cosas que están medio trastocadas.

Todo establecimiento académico tiene el fin primario de ser un lugar de enseñanza y aprendizaje de conocimientos; y si se han de crear nuevas ideas, hacerlo con el diálogo y no con la violencia ni las tomas.

Saludos cordiales y espero aceptes mis disculpas por la extensión de este comentario.

Natho47 dijo...

El tema es más profundo,María Música es sólo un accidente que refleja por lado y lado lo mal que está la Chile.
Bello es defensor del Gobierno a como de lugar.
Las conquistas sociales siempre se consiguen con grados de convulsión social,lamentablemente así lo dice la Historia.